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El impacto de las tecnologías digitales móviles y su uso generalizado han transformado los hábitos de la sociedad actual. Autores, como por ejemplo Steiner-Adair y Baker (2013), han apuntado su carácter omnipresente, invasivo y adictivo. Birkerts (1994) ya calificaba esta transformación de metamorfosis completa, total. Una metamorfosis a la que no han sido ajenos los hábitos y los modos de lectura. No en vano, según el informe Digital 2022 de la plataforma WeAreSocial, la población española usa internet una media de seis horas y cuatro minutos al día. Casi dos horas de las cuales se consumen en las redes sociales. Un contexto tecnológico que ha desembocado en una serie de profundos cambios en nuestro alumnado, acostumbrado desde muy pronto a un constante bombardeo de fugaces incentivos sensoriales y a una sobreabundancia de información (que a menudo no convierten en conocimiento). A lo que hay que sumar el descrédito de la literatura e, incluso, de la lectura. Basta con comparar los informes PISA de 2009 y 2018 para contrastar este punto.
Por todo ello, este trabajo tiene como objetivo prioritario incentivar un hábito de lectura estable y autónomo entre los y las discentes de diferentes ciclos formativos, a través de la escritura creativa y, en particular, del haiku. La brevedad de esta estrofa japonesa de tan solo tres versos enlaza con la superficialidad del lector digital que expone Carr (2011), porque no implica un gran esfuerzo de descodificación. Una sencillez que resulta idónea para introducir a los nuevos lectores en el género lírico, pero también para aquellos/as docentes que no han recibido una formación poética adecuada. Toda vez que permite la interrelación de distintos lenguajes comunicativos (la pintura, la fotografía o el cómic, por ejemplo) y posibilita una serie de actividades complementarias relacionadas con las TIC: búsqueda de poemas en internet, creación de un foro virtual, etc. Además, la instantaneidad del haiku, que podemos emparentar con las fotografías Polaroid o de Instagram, permite vincular la lengua y la literatura con las experiencias personales del alumnado a través de una mirada sobre su realidad más inmediata, sobre situaciones, intereses, motivaciones o preocupaciones de los/las aprendices. Pero, quizá por encima de todo, resulta necesario subrayar cómo el haiku es una puerta abierta a la escritura creativa: sus dimensiones de miniatura literaria no solo no cohíben al alumnado ni a sus docentes (son solo diecisiete sílabas) sino que incentiva la lectura de este tipo de poemas.
Razones por las que este trabajo se centra en el estudio en profundidad del haiku y de sus características, tanto en Oriente como en Occidente, y analiza una serie de propuestas educativas previas que tienen el haiku como centro (las experiencias en dos institutos lucentinos coordinadas por Lara Cantizani, la Escuela de haikus de Toledo dirigida por Jaime Lorente, los haikus escritos por niños publicados por la página web El rincón del haiku, etc.), con el objeto de verificar hasta qué punto el haiku resulta un instrumento o herramienta útil para estimular la lectura, la lectura poética en particular y, al mismo tiempo, la competencia lectora y literaria.
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