El artículo analiza el valor y sentido del concepto de `alternancia ́ desde la óptica educativa, centrándose en cómo esta idea inicial aterriza en el contexto de la configuración de la nueva Formación Profesional, así como las repercusiones que ello origina de cara a la consideración de nuevos elementos y del papel jugado por otros más clásicos, aunque a la sombra, como es el caso de la figura del aprendiz. Una de las piezas fundamentales dentro del entorno de prácticas la constituye, precisamente, el papel y responsabilidades que adquiere la empresa formadora, aspecto éste que obliga a reconsiderar las relaciones entre la primera y el centro escolar. Todos estos rasgos confieren de un nuevo sentido a las prácticas profesionales. Algunos auguran que es la piedra de toque que diferencia esta reforma de las anteriores, a la vez que nos acerca a nuestros vecinos europeos. De este modo, el artículo pretende abrir el debate y llamar cuanto menos a la reflexión sobre los retos planteados con respecto a la configuración de las prácticas profesionales, su alcance y las repercusiones que todo lo anterior posee desde los protagonistas del proceso de prácticas.